PRUEBAS Y MODALIDADES
El desarrollo de las distintas modalidades y pruebas ciclistas es contemporáneo a la evolución del aparato y predominante en sus formulaciones actuales desde las primeras décadas del siglo XX. Su principal división es la que separa las modalidades de pista ya sea cubierta o descubierta de las pruebas de carretera, más populares y en las que, por lo general, se han asentado las leyendas de sus grandes héroes. Unas y otras tienen en común el sistema de medida, cifrado por el tiempo empleado en cada prueba. La primera competición de la que se tiene noticia se celebró en el Parque de Saint-Cloud, de París, en 1868, y fue ganada por el inglés James Moore, que suponemos llevaba ruedas metálicas.
La primera prueba en carretera propiamente dicha fue el recorrido de 33 kilómetros entre las ciudades italianas de Florencia y Pistoia, ganada por el norteamericano Rynner Van Neste en 1870. Le siguieron la Vuelta al Lago Leman, en Suiza, en 1879, y la conocida desde siempre como el infierno del Norte, la París-Roubaix, organizada por primera vez en 1896, que circula sobre 22 tramos de pavés.
El primer Campeonato del Mundo en pista cubierta tuvo lugar en Aylestone Roads (Leicester, Inglaterra) en 1883. Resultó vencedor el francés Frédéric de Civry. Diez años más tarde, en 1893, el también francés y luego fundador del mítico Tour de Francia, Henri Desgranges, registraba el primer récord de la hora, unos nada desdeñables 35,325 kilómetros, recorridos sobre el circuito del velódromo Buffalo, en París.
En ese último tramo del siglo XIX nacen las primeras publicaciones deportivas consagradas exclusivamente al deporte del pedal y, también, la gran mayoría de las que se dedicaron al deporte en general.
Pero es ya iniciado el siglo XX cuando gracias a ciertos entusiastas, apoyados todos curiosamente por publicaciones deportivas, nacen las grandes carreras en ruta por etapas: el Tour de Francia, pionero, el 1 de julio de 1903, de la mano del ya citado Henri Desgranges, apoyado en el predecesor de L´Equipe, L´Auto; el Giro de Italia, concebido por el equipo directivo de La Gazzete dello Sport, Costamagna, Cougnet y Morgagni, para el mes de mayo de 1909 y, más tardíamente, la Vuelta a España, cuya primera edición se celebró en 1935, por iniciativa de Juan Pujol, del diario Informaciones, pero que había tenido su antecedente en la Volta a Cataluña, celebrada desde 1911.
| Todas ellas tienen en común el ser carreras por etapas, es decir, se caracterizan por disputarse cada día una sección, más o menos larga y de características variables, del recorrido total, que se realiza en veintiún días. Participan en ellas equipos, no individualidades, por más que cada equipo tenga un líder (el mejor de entre ellos), al que los demás componentes, denominados gregarios, ayudan a alcanzar el triunfo. | ![]() |
Los trofeos que conceden la mayoría de las grandes carreras son: primero en la General (al vencedor definitivo); Ganador de la Etapa; Premio a la Regularidad aquel corredor que mejores puestos ha obtenido en las sucesivas etapas; Premio de la Montaña y General por Equipos.
En la actualidad, el pelotón de participantes se ve precedido en la meta por una caravana que incluye reclamos publicitarios de los patrocinadores, emisoras de radio y de televisión, así como una multitud creciente de aficionados. Tras ellos marchan los coches de los directores de equipo y los entrenadores, masajistas, mecánicos, médicos y demás personal auxiliar.
Además de las tres grandes rondas ya citadas, se celebran otras, muchas de las cuales tienen una duración menor a los veintiún días. Así la Vuelta a Suiza o la París-Niza, con sólo siete etapas. En España se disputan la ya mencionada Volta a Cataluña, la Vuelta a Andalucía, la Vuelta al País Vasco, la Vuelta a Asturias y la Vuelta a Aragón, entre otras.
Se denominan clásicas las carreras en ruta de un solo día de duración. Entre las más conocidas destaca la prueba italiana que abre el calendario de la competición ciclista, la Milán-San Remo, cuya primera convocatoria se remonta a 1907. También se disputan en la actualidad la Vuelta a Flandes (1913), el Giro de Lombardía (1905) y la Lieja-Bastogne-Lieja (1890).
Una prueba clásica, pero de características especiales, es el Campeonato del Mundo, ya que su trazado cambia de año en año según el país en el que se celebre. Iniciada en 1921 para aficionados, desde 1927 admite profesionales. Desde 1994 se ha añadido, además, una contrarreloj individual.
En el transcurso de una carrera por etapas se reconocen distintos momentos y pruebas que son las que siguen a continuación. Contrarreloj, en la que los corredores salen de uno en uno, a intervalos variables en función de cada tipo de competición y en la que se mide el tiempo que se tarda en recorrer un trazado determinado y que puede ser individual o por equipos. En el primer caso computa el tiempo de cada corredor en su cuenta particular; en el segundo el tiempo del equipo lo marca el del quinto corredor del mismo que atraviesa la meta. Si en vez de un terreno preferentemente llano, se efectúa en la subida a un monte la prueba se denomina crono-escalada. La escalada a los distintos puertos de montaña clasificados por su altitud y pendiente en tres distintas categorías es otra de las pruebas que requiere especiales esfuerzos y características. El descenso, por su parte, durante el que se alcanzan velocidades cercanas a los 100 kilómetros por hora, requiere un arrojo singular y ha sido testigo de multitud de accidentes, algunos de ellos mortales. Uno de los grandes espectáculos que pueden contemplarse en el transcurso de la carrera son las escapadas, en las que uno o varios corredores avivan su velocidad en un rápido y frenético cambio de ritmo con el fin de alejarse lo más posible del pelotón. El sprint es la aceleración final, luego de muchos kilómetros de etapa, que se produce cuando los corredores llegan agrupados en pelotón a la meta.
Las pistas de los velódromos son ovaladas, de dimensiones variables pero de un mínimo de 333,33 metros para las competiciones internacionales, con una superficie de asfalto, hormigón o cemento al aire libre y madera o macadan en pista cubierta, peraltadas en todo su recorrido, sobre todo en las curvas, para permitir las aceleraciones y altas velocidades con menor peligro para los ciclistas y una sucesión de líneas de dentro a fuera: una negra, de 20 centímetros de anchura que señala el límite de la zona de rodaje, otra roja, a 90 centímetros del borde, que marca la zona en la que pueden correr los velocistas y otra más, azul, situada a un tercio de la anchura total, para los especialistas de tras moto y medio fondo. La meta y contrameta están marcadas por dos líneas de color blanco y una negra en su centro.
Dentro de las pruebas en pista podemos distinguir las que siguen. En la de velocidad, corren de dos a cuatro ciclistas, que dan tres o más vueltas al circuito, según sus dimensiones. Se contabiliza la velocidad alcanzada en los últimos 200 metros. Otra prueba en pista es el kilómetro contrarreloj, que no es otra cosa que lo que su propio nombre indica. El Récord de la Hora, que contabiliza el mayor recorrido efectuado en ese tiempo. Las pruebas de persecución, que puede ser individual, cuando dos corredores parten desde extremos opuestos de la pista y tratan de alcanzarse, o por equipos, en cuyo caso se siguen dos de cuatro miembros cada uno. Las carreras por puntos (veinte corredores compiten anotando un número de puntos variable según su puesto de pase por meta en cada vuelta) y por eliminación (semejante a la anterior, pero en la que se retira en cada vuelta el último corredor en atravesar la línea de llegada). Por último, las pruebas tras moto, ya en el modo Keirin, dos o más corredores cada uno tras una moto y su resolución en un sprint final, o en el Stayer, seguir a la rueda de la motocicleta sin llegar nunca a tocar una barra ajustada a su tren posterior.
Otras pruebas que tienen lugar al aire libre son el ciclo-cross, nacido en Francia a finales del siglo XIX, que es una prueba derivada de los ejercicios militares, en la que los participantes siguen un recorrido a través de pistas embarradas y obstáculos; y las derivaciones, cada día más populares, de mountain-bike.
El ciclismo amateur ha sido prueba olímpica desde la convocatoria que en 1896 inauguró los Juegos de la era moderna, pero no ha sido hasta los celebrados en Atlanta en 1996, cuando se ha permitido en ellos la presencia de corredores profesionales. En ese debut brillaron con luz propia los españoles Miguel Induráin y Abraham Olano, medallas de oro y plata respectivamente en la prueba contrarreloj individual, y la corredora francesa Janine Longo, medalla de oro en ruta y de plata en la contrarreloj individual.
La bicicleta participa, también, de las pruebas que componen el triatlón, junto a la natación y la carrera a pie.